EL AÑO QUE APRENDIMOS SOBRE RESILIENCIA

Recibimos muchas consultas acerca de la resiliencia. Qué es? Si se puede trabajar? Cómo se desarrolla? En un año como este 2020 que se acaba es uno de los términos que han llenado los blogs, publicaciones en internet sobre psicología, desarrollo, coaching… Así que vamos a dedicar unas líneas a hablar sobre ella y a aclarar uno de los conceptos estrella de la psicología.
La Resiliencia se ha utilizado en tanto en la red y en contextos tan inadecuados y variopintos que acaba por perder sus sentido. Desde un punto de vista de la Psicología es la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse tras experimentar alguna situación inusual e inesperada.
Resiliencia es un término que deriva del verbo en latín resilio, resilire, que significa “saltar hacia atrás, rebotar”, por eso se entiende también como volver a la normalidad. Es una palabra que nos llega desde la física, denominando a materiales con la capacidad de recuperar su estado inicial cuando eran sometidos a presiones. Años más tarde el psiquiatra y psicoanalista Borys Cyrulnik (Francia, 1937) divulgó este concepto al extraerlo de escritos de John Bowlby. De ahí se ha ido abriendo paso hasta ser ampliamente abordado por la psicología positiva, que se centra en las capacidades y valores positivos de los seres humanos, y no tanto en sus debilidades y patologías.
Dicho de una forma llana las personas resilientes son aquellos que mantienen la calma y aplican sus habilidades ante dificultades, la superar y salen fortalecidos tras sobreponerse al contratiempo.
No nos engañemos, la resiliencia no hace que no sufras, que no tengas dolor ante ciertas vivencias, pero lejos de dejarse llevar, lo acepta, lo asume, lo vive, pero no se rompe por dentro. La resiliencia no cambiará lo que te va a pasar en la vida pero sí como lo vives y sigues adelante.
Situaciones como un pérdida, una ruptura amorosa, la pérdida del empleo o el largo confinamiento de esos meses atrás sin ir más lejos son situaciones que nos exigen poner en práctica esa capacidad, incluso podemos vernos utilizando habilidades y recursos que hasta ese momento desconocíamos tener.
De forma natural todos tenemos esta capacidad, solo que no todos la tenemos desarrollada en el mismo grado. Esto se debe a que la resiliencia no tiene que ver con la situación en si misma sino con la disposición interior. Nada de lo que nos pueda pasar es desesperado ni traumático en sí mismo, pero sí provocan que algunas personas ante esas experiencias se derrumben, y que esto suceda depende en gran modo de nuestra percepción e interpretación.
Así que aquella personas “poco” resilientes perciben ciertas experiencias de una forma negativa, sienten que no pueden afrontarlas e instintivamente al hacerlo, desactivan sus mecanismos para hacerle frente y algunas muestras comportamientos victimista como respuestas. En cambio aquellas personas resilientes perciben la situación como un reto o desafío, en lugar de derrumbarse (por muy dolorosos que los hechos sean) me muestran seguros y confiados en su capacidad para salir adelante.
Y todos podemos aprender a hacer esto y cambiar la percepción negativa de algunas situaciones para interpretarlas bajo un prisma positivo.
Trabajar nuestra capacidad de resiliencia no solo nos ayudará a superar los baches que nos presenta la vida sino que nos enseña a relativizar las cosas y a ver oportunidades ante los contratiempos.
La resiliencia implica una actitud positiva que te empuja a ir hacia delante y un forma sencilla de comenzar a cultivarla y potenciarla pasa por cambiar argumentos derrotistas como “ no puedo”, “yo no valgo para eso”, no puedo hacerlo mejor”, “nunca lo lograré”, “no soy lo suficiente bueno”… por otros como “voy a probar a hacerlo diferente”, “cada vez me sale mejor”, “mejoro con cada intento”, “he dado lo mejor de mi?”.
Pero para hacer este cambio hay que tomar conciencia de esos pensamientos saboteadores e indeseables. De esta forma irás entrando con contacto con tu resiliencia y encontrando nuevas formas de enfrentarte a tus miedos. Cuando más nos esforzamos por ser resilientes más desarrollamos esta capacidad.
Fíjate que visto así el autoconocimiento, el ser consciente de tus potencialidades y limitaciones, y la confianza en ti mismo son la base de la capacidad de resiliencia. Las personas resilientes son conscientes de que nada es solo bueno ni solo malo, sencillamente se centran en los aspectos positivos y lo vuelven un reto, Desarrollan lo que podríamos llamar un “optimismo realista” y están convencidos de que un día puede estar lleno de nubarrones, pero que mañana volverá a salir el Sol.
No pretenden controlar las situaciones, porque saben que ello puede no estar en su mano. En cambio, si controlan sus emociones. Aceptar que no pueden controlarlo todo, que no todo depende de ellos les permite moverse entre la incertidumbre y se sienten cómodos aún en momentos donde no tienen el control. Cambian sus emociones cuando no pueden cambiar la realidad. Deciden no luchar contra la corriente, sencillamente se dejan llevar por ella y la utilizan para su propósito.
Esto mismo todo padre deberíamos ya cultivarlo en nuestros hijos y ayudarles a desarrollar y potenciar la resiliencia, evitando la negación de las emociones y transmitiendo confianza en que ellos pueden afrontar adversidades y aprender de ellas. Cómo? Por ejemplo ante una situación de frustración o que no ha salido como ellos hubieran querido preguntarles… ¿Qué puedes aprender de esto? o ¿hay algo bueno en esto que ha sucedido?
Aspectos como desarrollar en los niños un autoconcepto positivo, acompañarles en el control de los impulsos, gestionar los conflictos de una forma adecuada favorecerán el desarrollo de la capacidad de resiliencia y con ello capacitarlos a aceptar la realidad tal como es y a vivirla de una forma sana y positiva.
He tenido la oportunidad de trabajar este concepto con personas que enfrentan y han enfrentado enfermedades graves o mortales. Es incuestionable que la forma en que un paciente aborda su enfermedad repercute en su estado de salud, física y emocional.
Trabajar con ellos esta capacidad, aceptando la realidad impuesta por la enfermedad les permite encontrar en su situación, a pesar del dolor y de la pérdida que en muchos sentidos estas experiencias conllevan, una fuerza inquebrantable que les permite mejorar su calidad de vida y llevarla y aplicarla más allá de la propia enfermedad.
Todos tenemos la capacidad innata para ser resistentes, pero no todos partimos de la misma base ni la hemos desarrollado en niveles adecuados. En estos casos el apoyo y guía de un Psicólogo o un Coach puede abrir la puerta a mejorar nuestra resiliencia y a gestionar positivamente nuestro día a día.
“A veces tocar fondo es una maravillosa oportunidad para rehacer tu vida”
J. K. Rowling
Jorge Juan García Insua
Psicoterapeuta & Coach