CUANDO HABLAR YA NO ES COSA DE NIÑOS

CUANDO HABLAR YA NO ES COSA DE NIÑOS

De niño me lo contaba todo y ahora de adolescente no me cuenta nada… Cuántas veces has escuchado que para mejorar la relación con tu hijo/a adolescente la comunicación es fundamental?

Y aunque lo intentas hay ocasiones en que no sabes por dónde tirar y te sientes desesperado, sin comprender el porqué de las actitudes y conductas de tu hijo y con la sensación de acabar en batalla todo intento de conversar con él.


La comunicación con los hijos adolescentes puede abordarse desde muchas perspectivas, pero en todas ellas hay un aspecto vital y que es clave en la mejora de la relación y superación de conflictos. Ese aspecto es la forma en que nos dirigimos a nuestros hijos. Este aspecto unido a otros como una actitud de escucha profunda ayudan a rebajar ese muro insalvable entre padres e hijos y establecer una comunicación real con un adolescente.


Hasta llegar a la adolescencia los padres tienen una posición de autoridad que poco a poco se va debilitando porque el adolescente empieza a entender que tiene poder y fuerza en ciertas dinámicas familiares. Empieza a reafirmarse cuestionando el criterio paterno, se aíslan en su espacio seguro (como su habitación), dibujan su realidad e intentan entender cambios que a menudo los llevan a momentos de confusión, tanto a ellos como al resto de la familia.


Cuando esto sucede los padres se ven ante situaciones para las que no están preparados y que esta vez el instinto o la intuición que hasta esa edad ha sido suficiente ahora no evitan que se sientan desbordados, además se añade el uso masivo de redes sociales y el exceso de información no siempre veraz a través de un simple teléfono móvil, que puede potenciar más la sensación de desconexión entre padres e hijos.



El primer paso para mejorar la comunicación con un adolescente es estar a su lado y no frente a él. No me refiero solo al hecho postural sino a la actitud. Para tener una conversación real debe mostrar un interés verdadero, qué le gusta hacer, qué le divierte, cuáles son sus sueños… si vas creando ese clima de confianza y conversación en el día a día será mucho más sencillo tratar temas más importantes o que puedan provocar conflicto. Imaginemos al adolescente como un iceberg, del que ves solo la pequeña parte manifiesta, pero que desconoces parte de su realidad, que la realmente le interesa y la que lo mueve. Cada momento que pasas a su lado es oro en esa nueva relación que quieres crear.



No hay comunicación real sino escuchas y eres flexible. Escuchar implica no prejuzgar, ni interrumpir, no dar respuestas ni normas preconcebidas… Recuerda que no puedes dar soluciones sin antes haber escuchado y que tal vez no es eso lo que espera de ti. Evita frases como “qué exagerado” o “ya sabía lo que me ibas a decir”, son todo lo contrario a lo que la escucha y la flexibilidad suponen. Has de mantener una actitud de interés real, intente escuchar y entender cómo ve las cosas, cómo se siente, qué le preocupa, qué le motiva a explicártelo. 



Por ejemplo, evita decir un “eso no es nada” y en su lugar pruebe con “parece que ese tema te preocupa mucho”. Si nos ven receptivos se acercarán con mayor confianza para hablar de sus problemas y al mismo tiempo estarán más predispuestos a tratar los temas que más le preocupan a los padres. Una vez has escuchado a tu hijo/a comprueba que realmente le has entendido. Puedes hacerlo repitiendo con vuestras palabras lo que ha dicho, así centraréis lo que realmente le preocupa y quiere resolver.



Hasta donde veas que es posible ofrécele tu apoyo y una guía, pero no la solución. Confía en ellos y en su capacidad para resolver soluciones, bríndale tu apoyo y tu tiempo siempre que él lo necesite, pero dejando la distancia suficiente para que se sienta apoyado y que confías en él y sus capacidades. Pregúntale si quiere saber lo que harías tú antes esa situación o experiencia, crea esa curiosidad y que decidan ellos cuándo quieren que lo compartas.



Así estarás construyendo una relación positiva, basada en la confianza y te verá como un apoyo real, no solo como al adulto que le pone normas y le recrimina lo que le sale mal.

No es fácil ver como tu hijo te cuestiona o te discute, incluso con argumentos que en ocasiones te pueden parecer poco realistas y hasta absurdos. Tras lo que te parece desautorización o una falta de reconocimiento son los signos del desarrollo de tu hijo/a, de su capacidad de análisis y pensamiento crítico. No hablo de desafiar normas, sí de razonar para cuestionarlas y argumentar el desacuerdo.


Recuerda que la confianza no puedes exigirla, has de ganártela. Ambos debéis hacerlo y tenéis una magnífica base porque te sigue queriendo y necesitando, solo que está en una fase de autodescubrimiento, intensa como pocas, que lo hace muy vulnerable. Refuérzale en ese esfuerzo, no lo desvalorices ni lo avergüences: Si quieres confianza y respecto, debes mostrárselo ahora, en uno de los momentos más complicados y de forma incondicional.


Si a todo esto le sumas comprensión, empatía y un poco de humor fluirán las cosas, la comunicación entre vosotros y vuestra relación si duda saldrá fortalecida de esa etapa tan especial para una persona.


“Un padre le dijo a su hijo…ten cuidado por donde caminas. El hijo le respondió…ten cuidado tú, recuerda que yo sigo tus pasos”

Jorge Juan García Insua

Psicólogo & Coach

 

JOY Coaching-Psicología-PNL